Para seguir adentrándonos en la tecnología es preciso empezar a llamar a las cosas por su nombre, así que vamos allá: a los nodos que dan soporte a la red bitcoin (los que se disputan la recompensa) se les llama mineros, a la actividad que realizan se le llama minería de bitcoins puesto que encontrar la solución que resuelve el reto matemático del bloque es como encontrar una piedra preciosa a base de prueba y error en una búsqueda frenética sin descanso. Quizá es algo rebuscado y en cierta forma puede que desilusione un poco; al hablar de la famosa minería de bitcoins uno se imaginaba a un hacker vestido de negro tecleando frenéticamente en oscuros garajes sobre pantallas de código Matrix rodeado de montañas de chatarra digital…, ¿o era así solo en mi cabeza? La realidad es un poco menos cinematográfica ya que se trata de algo en lo que el hombre apenas participa. Si acaso como inventor y facilitador de los medios, pero poco más, pues la minería de bitcoins no son más que ordenadores resolviendo acertijos matemáticos.

También va siendo hora de hablar de esos acertijos. Al igual que antes, la realidad no es tan cinematográfica: no se trata de resolver figuras 3D en el aire que tienen que ir desbloqueándose por niveles hasta llegar al corazón, para llegar por fin a solucionar el último engranaje en el último segundo…, no. En realidad, el tipo de acertijo que se resuelve es siempre el mismo: se trata de, dados los datos del bloque, buscar un hash para ese bloque, de modo que dicho hash tenga un número, que llamaremos K, de ceros por delante. Nada más que eso. Esto es un problema porque está demostrado matemáticamente que cuanto mayor es esa K, es decir, el número de ceros por delante, es más difícil de encontrar un hash que cumpla ese requisito. También está demostrado matemáticamente que este problema solo puede resolverse a base de pruebas random, es decir, de fuerza bruta (prueba y error).