El problema descrito antes es conocido como problema del doble gasto, y cuando Satoshi Nakamoto hace referencia al mismo, habla realmente del reto más grande al que se enfrentaba la tecnología que existía hasta ese momento para hacer posible el intercambio de valor a través de una red de ordenadores. Como acabo de exponer, una de las características de la moneda tradicional es que si paso dinero de A a B no puedo volver a utilizar ese mismo dinero para otras transacciones. Esto, en el mundo físico, no supone un problema, ya que si doy una moneda a otra persona, dejo de tenerla físicamente en mi poder, por lo que ya no puedo volver a utilizarla, pero en el mundo virtual no hay nada físico que transferir. Como digo, si pensamos en una red P2P compartiendo ficheros, podemos ver claramente el problema: compartir un fichero no significa dejar de poseerlo en ningún momento, ya que lo que compartimos siempre es una copia.

Aplicado a dinero que se transfiere de una persona a otra en una red P2P, ¿qué pasaría si el tratamiento fuese igual que el de los ficheros? Pasaría que podríamos volver a gastar el mismo dinero, de ahí el nombre de doble gasto, aunque en realidad podríamos gastarlo todas las veces que quisiéramos, por lo que quien dice doble, dice triple, cuádruple, ¡infinítuple! Un saldo de 5 € podría darnos para comprar una casa, un coche y todo lo que quisiéramos. Y tal vez pienses que eso es una tontería, que basta con tener un sitio donde se apunta el balance, y por cada operación hacer las sumas y restas correspondientes. Sí. Pero ¿quién se encarga de realizar esas sumas y restas? ¿Quién garantiza que están bien hechas? ¿Quién supervisa que no están manipuladas?